¿Qué hago aquí?

4 Reflexiones para no paralizarse en la vida.

 

¿Qué hago aquí?

Si alguna vez te has preguntado esto, no estás solo.  Más de uno lo ha hecho.

 

Yo en lo particular he escuchado esta pregunta en dos contextos muy claros:

  1. El de una relación poco placentera.
  2. El de un trabajo poco satisfactorio.

 

Y en general el de un momento en la vida en el que nos sentimos perdidos. Dos partes del ser (de nosotros mismos), se contraponen: una parte es testigo de una realidad que no le es satisfactoria. (A veces la asume y otras simplemente sólo la siente, hay algo que la incómoda, aunque quizá no sabe nombrar bien a bien qué es). Y otra parte (interna e íntima) que tiene la conciencia de que hay un algo más allá que aquello que se está viviendo.

 

Esta contra posición genera, en el mejor de los casos, la energía para buscar una salida. En el peor hace exactamente lo contrario: agota los recursos que naturalmente usaríamos para salir adelante.  Nos ahogamos en la angustia de no saber a dónde dirigirnos. Aclaro que esto es metafórico. Realmente nadie se va a morir por esto. Matarse sí, pero morirse no.

En cualquier caso nos la llegamos a poner muy difícil, porque en lugar de usar nuestros recursos en el presente, los proyectamos al futuro. Justo donde no podemos hacer nada porque simplemente todavía no lo vivimos. He escuchado personas que me han dicho: «he pensado que sería más fácil suicidarme que divorciarme» Afortunadamente sólo se queda en la verbalización. Pero puede no quedarse ahí. Puede que en nuestra desesperanza empezamos a lastimarnos ya sea interna o externamente. Consciente o inconscientemente le abrimos la puerta a la enfermedad. O a los accidentes. Todo con tal de no confrontar aquello que tanto nos angustia, molesta o entristece. Este es el increíble poder de la mente cuando no la escuchamos. Pues en resumen solo te está tratando de avisar que algo no está bien. Como no lo escuchas, te lleva a vivirlo. Sin entrar más a detalle y como te habrás ya podido dar cuenta, el sentir que hay algo más que aquello que se está viviendo es una señal de alerta que vale mucho la pena escuchar. En palabras simples nos dice, si sigues aquí estás desperdiciando tu vida. Y la vida no da vuelta para atrás.

 

La pregunta: ¿Qué hago aquí?, nos hace conscientes de nuestra propia mortalidad y nos lleva a buscar nuestra trascendencia. Por supuesto que cuando uno escucha este tipo de mensajes puede surgir una barrera que muchas veces nos hace querer evitar escuchar lo que escuchamos.  Pues estamos siendo invitados por nosotros mismos a buscar algo diferente a lo que ahora tenemos: a movernos de donde estamos. A salir de la llamada zona de confort. Que, cuando uno sale de ella, realmente se da cuenta de que en realidad no era nada cómoda. En lo particular yo he observado que es el miedo lo que nos mantiene atados.

 

Y de verdad que no es tarea fácil romper esa atadura. Una razón para que esto no sea fácil es que extrañamente nos acostumbramos a estar mal. Y ese malestar se vuelve nuestra zona conocida. (Cabe aclarar que el estado natural del ser humano es el de bienestar) Así que en el momento en el que por alguna razón conseguimos asomar la cabeza fuera de este atolladero vemos algo nuevo, algo diferente, algo que se llama paz, o éxito, o armonía, o amor… Pero es nuevo, (aunque insisto, es natural). Lo importante es que lo vemos como desconocido y eso nos asusta. Al asustarnos, creamos nuevamente la circunstancia para atraer hacia nosotros los elementos que nos eran conocidos. Y que irónicamente eran los que nos causaban malestar. Por supuesto que no vemos que atraemos hacia nosotros lo que nos hace daño, si lo viéramos no lo haríamos. Sólo hacemos lo necesario para atraer lo que nos era conocido. Es el eterno retorno a nuestros propios infiernos. 

 

Sin embargo, siempre existe dentro de ti una parte de que sí sabe. Que tiene la brújula. Que te dice, a veces solo con un susurro: despierta hay algo más para ti. Ve y búscalo. En mi trabajo he escuchado muchas veces esta voz.  Normalmente llega muy débil. Triste. Cansada de no ser escuchada. O de ser escuchada a medias.  Pero aun así es tan fuerte que consiguió mover a la persona de su incómoda zona de confort, la confrontó con sus miedos y prejuicios y a veces casi literal mente la llevo a rastras a pedir ayuda. Con razón está cansada. Ya ha hecho mucho trabajo. Con el tiempo las personas van aprendiendo a escucharla. Y al hacerlo dejan de sentirse perdidos. Y no porque alguien les diga a dónde ir, sino porque ellos mismos saben cuál es su camino.

 

En ese sentido te comparto algunas reflexiones que han ayudado a muchas personas a encontrar su propia brújula y por lo tanto su camino:

  1. En lugar de ver los obstáculos como algo negativo, aprenden a verlos como información de algo que simplemente no han visto.  No se quejan de su suerte, Afrontan su realidad y se hacen responsable por ella.
  2. Así entonces buscan el propósito de su obstáculo. Aprenden a prestar atención a ellos mismos y se preguntan: ¿qué podría cambiar yo para dejar de ver esto como un obstáculo?
  3. Aprenden a ver que el obstáculo externo sólo representa una creencia interna.
  4. Aprenden a soltar y a renunciar.

 

Como dice una afirmación sutra que utilizo para entender el sincrodestino:
Tat Tavan Asi.: El mundo es tu espejo.  Aquello que ahora observas es sólo una representación de lo que ocurre en tu interior.