Cómo arruinar tu carrera profesional en 7 pasos

Cómo arruinar tu carrera profesional, (sin importar tu puesto o experiencia), en 7 simples pasos.

 

1. Si eres el director general (o sea el JEFE de JEFES), olvídate de tu gente.

Hazlo todo sólo por dinero.

Ocúpate únicamente de cuánto van a facturar. Recuérdalo: lo que a ti te importa es darles buenos números a los accionistas, (no olvidemos que esos sí son los verdaderos jefes). Lo demás, es lo de menos.  En particular tus recursos humanos. Total, de esos hay una fila esperando que se desocupe cualquier puesto.

 

Otro buen tip para ti que estás en los cielos es: ¡agótalos! Entra a cuanto proyecto se te presente, licita a diestra y siniestra. Implementa jornadas laborales sin fin. Recuerda: tu gente no tiene otra cosa más importante en la vida más que estar en la oficina. La familia, la de ellos por supuesto, no existe. La palabra equipo dejó de estar de moda, ni se te ocurra usarla, lo de hoy es «esclavos». Y si de casualidad no lo entienden, acláraselos a gritos y humillaciones. Que estén en la oficina antes de que tú llegues y se vayan siempre después de que tú te vayas. Que su lema sea: “tengo un horario divino: entro y salgo cuando Dios quiere”.  (Y recuerda: tú eres Dios). 

 

En esa misma tónica, llena de controles todas los procesos y todos los departamentos.
Mientras más veces te tengan que informar qué están haciendo, mejor. ¿Acaso puede haber algo que motive más que saber que eres vigilado cada vez que vas al baño? ¿Verdad que no?

 

Por otro lado, jamás se te ocurra administrar competencias o dirigir con base a la confianza, eso es un error fatal que no te puedes permitir, vaya a ser que la gente empiece a ser feliz (y por lo tanto realmente productiva) bajo tu mando, ¡ni Dios lo permita! Lo de hoy es la dictadura.

 

Y por supuesto, AHORRA, ahorra en todo y en todos. Capacitación, vacaciones, maternidad, mobiliario, insumos, luz, papel, agua… Ahorra en todo. Menos en ti.  A fin de cuentas, para eso eres el jefe. Si en alguien se tiene que notar el esfuerzo de todos los que están bajo tu dirección, es, por supuesto: en ti.

 

2.Si eres un mando medio dile siempre que sí al Director y voltéale la espalda a tu gente. (Ser absolutamente impopular siempre ayuda a crecer). 

Recuerda, la dirección te tiene para que lo apoyes incondicionalmente en todo y para todo. Aunque no tengas ni idea de lo que te está pidiendo.  Es más, si no tienes idea, mejor, no hay nada que pueda impulsar tanto tu carrera como alabar una tontería que venga desde arriba. Así que: no cuestiones nunca nada que te sea ordenado, sólo obedece ciegamente. Todo director general de éxito sabe apreciar lo maravilloso que es alguien sin criterio propio ni confianza en sí mismo como para cuestionar algo que no tiene sentido. Además, como un plus, la gente a tu alrededor también lo podrá notar, créelo, un lame botas siempre es muy bien visto en cualquier oficina.

 

Otra excelente idea para crecer en popularidad es pedir colaboración de tus compañeros y no agradecerla; ¡o mejor aún, robarte sus ideas y presentarlas como tuyas! Por supuesto esto tiene que ser hecho con elegancia, cambia una coma o dos, tampoco es volvernos cínicos. La persona que tuvo la idea original seguro jamás se dará cuenta y estará deseosa de seguir colaborando contigo en futuros proyectos. Total, a nadie le importa el crédito. Excepto, por supuesto, a ti. (Además esta actitud tiene la ventaja de mudarse contigo y llegar antes que tú a cualquier otro trabajo, si es que tienes la suerte de conseguirlo).

 

En cuestión de vocabulario, que tu primera palabra sea “Yo” (por ejemplo “yo lo hice” “yo lo propuse”, “yo lo desarrolle” etc.), y ni por error pienses en un “nosotros”, (esa palabra está prohibida en tu léxico a menos que alguien más se te adelante a proponer algo fantástico, en ese caso, aunque no tengas ni vela en el entierro recuerda que cualquier oportunidad será buena para decir “nosotros lo pensamos”. Igualmente, recuerda que sólo en caso de que haya un problema utiliza el “ellos” (por ejemplo: “ellos no escucharon…” “ellos no obedecieron…” “ellos no entendieron…”). Si hay algún problema es de todos, si hay un éxito, es tuyo.

 

Finalmente, aunque realmente tú no eres el jefe, es básico te vuelvas su clon, nada te dará más popularidad entre tus subalternos que ser la versión región 4 del patrón. Y a tu jefe también, la época en la que se necesitaba mandos medios con la capacidad de confrontar ideas, visión crítica, creatividad y pensamiento lateral, quedaron atrás, lo de hoy es un perico que repita exactamente lo mismo que dice el jefe.

 

3. Sí tienes que tratar con proveedores nunca olvides que son sólo eso: proveedores. Por lo tanto, merecen que cuestiones y regates el valor de su tiempo, talento y trabajo.

Al ser proveedores, son inferiores a ti. Te pertenecen y te deben obediencia absoluta, disponibilidad total e incondicionalidad a toda prueba. Así que tú pide, su obligación es complacerte. Hazlo a cualquier hora y día (en domingo por la noche, por ejemplo, prueba, ¡verás que felices se ponen!). Además, esta actitud tiene la ventaja de que, en algún tiempo de crisis, (de esas que no existen, por cierto), tendrás en todos tus proveedores “amigos” incondicionales dispuestos a ayudarte.

 

Pero, en lo que las crisis llegan, y tú eres el que manda todavía, recuerda:

A la hora de darles un brief sé poco claro en las instrucciones y procura dejar a la imaginación la mayor cantidad de detalles posibles. Mientras más espacio le des cabida a la interpretación, mejor. Que la ambigüedad y la falta de precisión acompañen todos y cada uno de tus pedimentos. Pero eso sí, siempre habla con total y absoluta seguridad, aunque no tengas ni la más remota idea de aquello que estás pidiendo. De hecho, sino tienes ni idea de aquello que solicitas: ¡mucho mejor! Así no dejarás posibilidad alguna de que, por error o acierto, alguno de tus proveedores tenga la mala fortuna de realmente entenderte.

 

A la hora de las entregas, cúbrete a ti con todo el tiempo posible y ahorca en tiempos a quien tiene la «dicha» de servirte. Recuerda: Después de la entrega siempre hay tiempo para corregir, pero antes de la entrega nunca hay tiempo para hacerlo bien.

 

5. Si estas saliendo de la escuela y empezando tu trabajo: recuerda «Tú ya lo sabes todo». Para eso estudiaste, ¿no?

En ese sentido la humildad no es una palabra con la que puedas permitirte comulgar. Por lo tanto, haz todo lo posible para que radio pasillo comunique tu insatisfacción por tener un puesto tan asimétrico con tus altísimas cualidades. Y, además, por supuesto, tan mal pagado.

Otra muy buena actitud es trabajar, trabajar, trabajar y trabajar, sí TRABAJAR olvidándote de crear una red de relaciones. Si no sales en las fotos de las fiestas, reuniones y comidas es una gran señal de que estás consiguiendo ser olvidado por todos. Este punto es clave, ¡ser olvidado por todos! Aunque conseguirlo no siempre es fácil, algo infalible para pasar inadvertido es ocultarte detrás de una pila de papeles y no dejar que nadie sepa bien a bien qué haces. Tenlo en cuenta pues esto es clave para volverte un inventario más de la compañía, haciendo, año tras año, exactamente lo mismo.  Recuerda, la falta de ambición es la clave; es más, si te toca hacer un trabajo que nadie más quiere hacer, esmérate por hacerlo como nadie. Pero quejándote todo el tiempo, es decir, vuélvete un dolor de cabeza para todos los que tengan la fortuna de platicar contigo. En pocas palabras, no olvides caerle mal a la gente. Seguro los jefes estarán deseosos de moverte a una posición mejor y además tener que buscar a otro como tú que haga muy bien lo que nadie más quiere hacer.

 

Resumiendo:

No importa cuál sea tu puesto, siempre existirán una gran cantidad de recursos y actitudes para arruinar tu carrera profesional. Aquí, por razones de espacio y falta de creatividad sólo enumeramos unas cuantas. Sin embargo, el cielo es el límite. En cualquier caso, cuando veas tu carrera en el bote de la basura, nunca olvides que siempre fue responsabilidad de otro, que fuiste una víctima de las circunstancias, que, si no hubiera sido por esto o por lo otro, hubieras crecido. Que Dios fue malo contigo. Total, tu carrera nunca estuvo en tus manos, ¿o sí? Ahora que, si de casualidad tú tienes interés en crecer profesionalmente y piensas que el único responsable por hacerte crecer eres tú mismo, te invitamos a conocernos.