A lo largo de mi carrera como psicoterapeuta he descubierto que las personas tendemos a contamos cuentos.
Y a veces somos tan buenos en eso que nos creemos nuestras propias mentiras.
Y así, auto-engañándonos, andamos por la vida hasta que un buen día la realidad nos despierta como un balde de agua fría en la cabeza.
En donde sea que esto suceda: en el trabajo, la casa o la escuela abrir los ojos puede ser muy doloroso.
Sin embargo, no siempre tiene que ser necesariamente así. Y aunque el dolor quizá no se pueda evitar, el sufrimiento es muy probable que sí.
Y ese es el objetivo general de mis pláticas y talleres: sacar a las personas de su zona de confort. Ayudarlos a salir de sus fantasías. Tocar principio de realidad e invitarlos a la acción.