Siempre que me invitan a dar pláticas sobre pareja, digo, medio en broma, medio en serio: “no entiendo por qué las personas insisten en estar en pareja si es la cosa más complicada del mundo.” Siendo honesto, por más que la soledad nos parezca insoportable, será siempre mucho más fácil lidiar contigo mismo que con otro ser humano.
Y ese es el reto que exige vivir en pareja. Un reto en el que muchos quieren aventurarse pero para el que muy pocos están preparados. Debido a esta falta de preparación un amor que voló muy alto termina arrastrándose en la frustración y el resentimiento. Igualmente, es la razón del hastío y la indiferencia en relaciones que en un principio fueron dinamismo y energía constante. Es el porqué las alegrías se transforman en descontento y malestar. Es, en suma, la explicación a la pregunta: ¿qué nos paso si antes estábamos de acuerdo en casi todo y ahora no nos ponemos de acuerdo en casi nada?
En un nivel muy “superficial,” podríamos decir que los problemas de pareja son problemas de comunicación: hombres y mujeres nos comunicamos de formas muy diferentes y entendemos el mundo de forma incluso a veces opuesta. Estas diferencias pueden generar grandes malentendidos que con el tiempo dañarán nuestros vínculos. Así entonces aprender a comunicarse de tal forma que sean entendidas y satisfechas tus necesidades y las de tu pareja será uno de los objetivos de la terapia. Sin embargo, la comunicación es sólo la punta del iceberg.
Más profundo están las creencias con las que construimos nuestra relación vs la realidad con las que nos enfrentamos día a día. Y aunque suene sencillo, cambiar las creencias es a veces tan complicado que nos parece más fácil cambiar de pareja. De hecho, las creencias aunque resulten falsas, generan emociones reales, emociones que pueden echar por la borda relaciones que valía la pena continuar. Así entonces, en un nivel más profundo, encontramos los problemas que involucran el mundo emocional. Un mundo en el que casi todos somos analfabetos.
El enojo, la tristeza y el miedo aparecen como fantasmas en las relaciones cuyos miembros carecen de educación emocional. Es más, la alegría, la ternura y la propia pasión se desdibujan porque no sabemos entender nuestro propio código emocional y mucho menos el de nuestra pareja. Por lo tanto, alfabetizarse emocionalmente será otro de los alcances de la terapia.
Vale la pena aclarar que otros problemas son mucho más complejos. Y su origen a veces ni siquiera tiene que ver con la pareja o a la idea que de ella tenemos. Tiene que ver con nuestra propia historia. Una historia que bien pudo estar escondida y que se activa en un momento dado de nuestra relación o que siempre estuvo presente pero nunca quisimos ver. Y es quizá en este punto donde muy pocos se atreven a entrar. Pues es sólo a través de la vida en pareja en la que podemos aventurarnos a explorar nuestros más profundos abismos, que, irónicamente, serán también los caminos que nos llevarán a las más grandes alturas que como individuos podremos alcanzar.
Finalmente, te compartiré que la terapia de pareja no tiene como fin último salvar la relación, tiene como fin darles herramientas a ambos que les permitan generar conciencia para tomar decisiones maduras y responsables. De hecho, la realidad es que, parafraseando a Osho “nada tiene que ver con tu pareja, pues todo lo que te molesta de él o de ella, tiene que ver contigo. Tu pareja es sólo un espejo de ti mismo.” La terapia les mostrará el espejo que ustedes mismos escogieron y les ayudará a ver aquello que necesitan hacer para conocer quiénes son realmente. Pues sólo al conocerse, podrán respetarse. Y sólo al respetarse, podrán amarse. Al final, aún con todo lo trabajado, habrá parejas que decidan separarse y otras más volverán a unirse nuevamente, pero en cualquier caso, siempre con la frente en alto, sabiendo que hicieron todo lo necesario para estar bien consigo mismos y con el otro.